La Vanguardia 28 febrero 2024
El economista que se sentía profundamente economista.
No es fácil cruzarse en la vida con una persona extremadamente inteligente, perseverante, con una memoria prodigiosa y capaz de entenderse con todo el mundo, que a la vez sea humilde, educada, amable y generosa para compartir con sus compañeros sus conocimientos y andadura, y, lo más importante, preocupada por los problemas que preocupaban a los ciudadanos. Esa ha sido mi suerte con Joaquín Trigo Portela, uno de los economistas de más renombre de este país y que nos dejó tristemente el pasado lunes.
Nació en 1948 en A Guarda (Pontevedra), una pequeña localidad estratégicamente emplazada frena a la costa de Portugal, donde las aguas del río Miño se unen a las del océano Atlántico, y pasó su infancia en León. Pero Barcelona ha sido la ciudad donde se convirtió en el economista de prestigio que fue, conocido por todo el mundo. Profundo conocedor de la economía española e internacional, defendió el libre comercio, las pymes, los empresarios y los autónomos, promovió la colaboración público-privada y buscó consensos. Asimismo, destaca su gran apoyo a la dinamización de la Societat d`Estudis Económics, de la que fue vicepresidente.
Estudiar era una de sus grandes pasiones. Tras licenciarse en Ciencias Económicas en la Universitat de Barcelona, se doctoró en Ciencias Económicas y Empresariales y se diplomó en Gestión de Empresas y Tecnología en el programa GET del Massachusetts Institute of Technology (MIT) y la UPC. Su entusiasmo por aprender cosas era proporcional a su ilusión por enseñarlas. Lo viví en primera persona como alumno suyo en la Universitat de Barcelona.
Su trayectoria profesional fue más impresionante que su actividad académica. Desde 1986 y durante más de dos décadas trabajó en Foment del Treball, bajo los mandatos como presidentes de Alfred Molinas, Antonio Algueró, Joan Rosell y Joaquín Gay de Montellá, primero como director del departamento de economía y luego como director ejecutivo. Recordados son los desayunos de coyuntura que organizaba periódicamente con representantes de todos los sectores económicos de Catalunya y que aportaban luz a las necesidades de cada rama.
En el 2011 fue designado director general del Instituto de Estudios Económicos (IEE), un nombramiento muy merecido, bajo la presidencia de José Luis Feito. Gracias a su exhaustiva comprensión del funcionamiento de la economía y a su liderazgo, cambió la filosofía de la entidad y la convirtió en un verdadero think tank. Entre otros muchos informes sobresalen los realizados sobre las fortalezas y las debilidades de las pymes españolas, la banca a partir de la crisis financiera o la reforma del modelo de financiación autonómica.
Su apoyo al comercio interior y exterior español le valió, entre otros premios, la Medalla al Mérito en el Comercio otorgada en el 2015 por el Ministerio de Economía y Competitividad. Además, nos ha dejado una extensa bibliografía y numerosas conferencias.
Como decano del Col-legi d´Economistes de Catalunya, solo puedo agradecer su labor y compromiso a lo largo de todos estos años. Fue miembro de cuatro juntas de gobierno entre 1998 y 2010 durante los mandatos de Valentí Pich, Jordi Conejos, Artur Sauri y Joan B. Casas. Fue partícipe del proyecto de construcción de la nueva sede de la institución, clave en el objetivo de asentar sus bases de cara al futuro, y elevó la excelencia del colegio en cada una de sus desinteresadas intervenciones. ¡Hasta siempre, Joaquín!
Carlos Puig dee Travy
Degano del Col-legi d`Economistes de Catalunya