Coyuntura Económica del IEE: La ralentización, principal riesgo para 2023
– La elevada incertidumbre, las altas tasas de inflación, el tensionamiento de la política monetaria y las señales de desaceleración económica a nivel mundial aumentan el riesgo de ir hacia una etapa de estanflación.
– Según el Instituto de Estudios Económicos, la economía española crecerá un 4,5% este año, mientras que para 2023 anticipa un avance de solo un 1,2%.
– A pesar de los riesgos a la baja sobre este escenario, la economía española podría crecer más que la Eurozona debido a una serie de factores, entre ellos el menor impacto del shock energético frente a otras economías de la Eurozona, la resistencia del mercado laboral y el menor tensionamiento del mercado inmobiliario.
– El mercado laboral en 2022 está mostrando una gran resiliencia gracias al gran esfuerzo que las empresas están realizando para mantener a sus trabajadores. Nuestras previsiones sobre el empleo son un crecimiento de un 3,8% para el presente año, frente al 0,3% que estimamos para 2023.
– La inflación en 2022 prevemos que alcance una tasa media de 8,5%, pero para 2023 se espera una moderación tanto para la inflación general, con un 3,9%, como la subyacente, con un 3,5%, aunque estarán condicionadas por las decisiones de consumo e inversión de familias y empresas y el comportamiento de los precios energéticos.
– Desde el IEE, creemos que se debe que realizar un plan presupuestario orientado hacia la consecución de una mejora de la eficiencia del gasto público, así como reforzar los mecanismos que mejoren las condiciones del entorno en que operan las empresas.
Madrid, 19 de diciembre de 2022. El presidente del Instituto de Estudios Económicos, Íñigo Fernández de Mesa, y su director general, Gregorio Izquierdo, han presentado el Informe semestral de Coyuntura Económica titulado “La ralentización, principal riesgo para 2023”. El informe recoge que la economía mundial sigue inmersa en un escenario marcado por una elevada incertidumbre, con altas tasas de inflación, más persistentes que lo estimado hace unos trimestres, y con señales de desaceleración económica generalizada, aunque de momento esta pérdida de dinamismo está siendo más moderada de lo que anticipaban los indicadores de confianza. No obstante, el riesgo de ir hacia una etapa de estanflación es cada vez mayor.
Desde los bancos centrales se pretende enviar una señal clara de que su principal objetivo es reconducir la inflación hasta tasas próximas a sus objetivos. Por estos motivos, se espera que el alza de los tipos continúe en las siguientes reuniones, si bien a un ritmo algo más moderado, una vez que se aprecien señales de que los máximos de inflación se pueden haber alcanzado, al tiempo que aumentan los riesgos de recesión en la economía.
Desaceleración de la economía española ante el aumento de la incertidumbre
La economía española registrará en 2022 un crecimiento del 4,5%, principalmente gracias al impulso del ahorro embalsado sobre el consumo y de la recuperación de la entrada de turistas internacionales. En general, se observa que, a pesar del aumento de la incertidumbre y del deterioro de las expectativas, la economía española está mostrando una evolución más positiva de lo que cabría esperar.
La economía española encara 2023 con una gran incertidumbre e inmersa en un proceso de estanflación caracterizado por un crecimiento bajo, del 1,2%, y por una inflación, que, si bien no va a repetir los registros de 2022, sí va a seguir siendo superior al objetivo de inflación del BCE.
En ausencia de un shock externo y teniendo en cuenta que todavía no se han recuperado los niveles de PIB precrisis, la economía española podría crecer en 2023 por encima de la media de la Eurozona debido a una serie de factores, entre ellos el menor impacto del shock energético frente a otras economías de la Eurozona, la resistencia del mercado laboral y el menor tensionamiento del mercado inmobiliario.
En 2022, el mercado laboral está mostrando una gran resiliencia, con un comportamiento relativamente favorable, en un entorno de incertidumbre y en el que se han intensificado diversos factores que condicionan el crecimiento económico. La desaceleración que está mostrando el empleo está siendo menos acusada que lo esperado hace unos meses.
El empleo ya supera los 20 millones de ocupados, por lo que en términos de personas ya ha sobrepasado las cifras de 2019, previas a la pandemia. Sin embargo, las horas trabajadas, según Contabilidad Nacional, todavía no han alcanzado los niveles prepandemia. En este sentido, hay que destacar que el PIB continúa estando por debajo de los niveles previos al estallido de la pandemia, en concreto es inferior en un 2%.
El mayor dinamismo del empleo en el sector privado en comparación con el sector público en 2022 refleja que las empresas siguen esforzándose por mantener sus trabajadores, en un contexto de encarecimiento de sus costes de producción, de incertidumbre económica y de bajos niveles de confianza, perjudicando a la competitividad de las empresas.
El IEE prevé que los ocupados en términos de Contabilidad Nacional crezcan en el conjunto de 2023 un 0,3%, frente al 3,8% de 2022. Así mismo, la tasa de paro española se mantiene cerca de los mínimos de 2008. Esperamos que la tasa de paro se sitúe en el 13,1% en 2022, mientras que en 2023 aumentará cuatro décimas, hasta el 13,5%, ante la menor creación de puestos de trabajo prevista.
El favorable comportamiento del empleo ha permitido que el paro registrado continúe disminuyendo en 2022. En octubre y noviembre, el paro registrado ha descendido, pese a que en estos meses tradicionalmente aumenta.
Durante la primera mitad de 2022 la inflación continuó la senda de fuerte crecimiento iniciada en 2021 y desde julio ha mostrado una senda de desaceleración debido al menor avance de los productos energéticos. En los últimos meses el principal elemento inflacionista son los alimentos.
Aunque parece que la inflación está comenzando a moderarse, sigue siendo uno de los principales factores de preocupación en el momento actual, ya que su evolución está condicionando las decisiones de consumo e inversión de las familias y empresas y está causando un significativo endurecimiento de la política monetaria. Otro efecto preocupante que podría derivarse de este aumento de la inflación sería su traslación a salarios.
Se espera que la media de la inflación de 2022 se sitúe en el 8,5%, cerrando el año cerca del 6% y el promedio de la subyacente estará alrededor del 5%. No obstante, estas tensiones de precios deberían ir moderándose, de forma que, para 2023, la inflación general sería de un 3,9% mientras que la subyacente podrían situarse alrededor del 3,5% de media. En cualquier caso, la incertidumbre sobre estas previsiones es muy elevada.
Riesgos para 2023
Uno de los riesgos más importantes de cara a 2023 es el impacto de los tipos de interés en las familias y las empresas, que todavía es moderado y se superpone a otros shocks. También cabe señalar la posible persistencia de la inflación en niveles elevados, que puede concentrarse en el componente subyacente y puede estabilizarse en esos niveles si hay efectos de segunda ronda de los salarios.
Otro de los riesgos es la situación de las finanzas públicas, con un “mix” caracterizado por una política fiscal basada en una creciente presión fiscal, y otra presupuestaria, determinada por un significativo aumento de los gastos corrientes. Además, hay que tener en cuenta la propuesta de la Comisión Europea de un nuevo marco fiscal basado en un marco de vigilancia de la UE transparente, que distinga entre países.
Reflexiones y recomendaciones sobre política económica
La economía española se enfrenta a un escenario complejo desde el punto de vista de la adopción de medidas eficaces que compensen los efectos negativos de la inflación, sin que se resientan los niveles de la actividad económica y del empleo. En este contexto, el BCE está adoptando un conjunto de medidas tendentes a asegurar la convergencia de la variación de los precios al objetivo marcado en el medio plazo, vigilando, asimismo, que no se produzcan episodios de inestabilidad asociados a una potencial fragmentación de los mercados financieros en la UEM. La consecuencia directa de la adopción de medidas está siendo el endurecimiento súbito de las condiciones de financiación que afectan a familias, empresas y el sector público.
La coordinación con este tipo de actuaciones y el alineamiento con estos objetivos deberían marcar el sesgo del resto de las actuaciones de la política económica, fundamentalmente aquellas que competen al ámbito presupuestario. La necesidad de planificar un proceso de ajuste presupuestario a través de un plan plurianual que consolide nuestras finanzas públicas, reduciendo nuestro déficit estructural, debe compaginarse con la introducción de medidas de apoyo con carácter temporal dirigidas a los colectivos más vulnerables y con la ejecución de las inversiones necesarias asociadas a los fondos europeos. Este plan presupuestario debe estar orientado hacia la consecución de una mejora de la eficiencia del gasto público, en especial sobre aquellas partidas que mayor contribución puedan tener sobre el crecimiento económico a largo plazo.
Por último, es necesario reforzar todos aquellos mecanismos que mejoran las condiciones del entorno en el que operan las empresas. Factores como la mejora de la regulación, la reducción de las cargas administrativas, la unidad de mercado, así como el crecimiento empresarial son determinantes del aumento de la productividad total de los factores. Estas acciones, unidas a los efectos positivos que tienen el anuncio y la adopción de reformas estructurales, son factores decisivos para que, en periodos de crisis de oferta como el actual, los mercados de factores y productos puedan responder de forma más flexible y dinámica ante estas contingencias. El objetivo no es otro que minimizar las pérdidas de renta y permitir una salida ágil de cualquier situación de contracción de la actividad y de pérdida de bienestar que pueda generarse.